Holandés. Catecismo
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     Texto vital y sugestivo de formación religiosa de adultos que trató de renovar en la iglesia católica de Holanda los textos vigentes de tiempos anteriores, de modo especial el de 1948 que regía en todas las diócesis de Holanda.
   El "Nieuwe Katechismus" fue preparado en 1966 en el Instituto Superior de Catequética de Nimega y bajo la dirección del jesuita P. Willen Bless. Una decisión de la Conferencia Episcopal nacio­nal había orientado en 1964 en la necesidad de actualizar la formación de la fe de los fieles para conseguir actitudes más personales, libres y maduras.
   El catecismo preparado respondía al criterio de que el catecumenado más necesario y natural es el que correspon­de a los adultos, y no sólo a los niños. Y por los tanto el catecismo básico y de referencia, más que un texto elemental comprensible para niños, tiene que ser el de adultos maduros en la fe. Era el criteio del "Encuentro Europeo de Catequesis de Londres de 1961", en el que habían participado catequetas significativos de toda Europa.
   El texto preparado trató de superar la orientación del Catecismo Alemán, editado en 1955, influyente en la iglesia holandesa. Y buscó una terminología más vital que doctrinal, más pastoral que especulativa, más interrogativa que magisterial, con miras a que el adulto madu­ro en la fe clarifique sus conocimientos religiosos y se ponga en disposición de comunicarlos a los demás. La redacción final fue realizada por el también jesuita P. G. van Hemert, que logró unificar la claridad de conceptos con la sencillez y naturalidad de las expresiones y en los planteamientos.
   La reacción negativa inmediata de un grupo de católicos holandeses dio al catecismo más popularidad de lo que inicialmente merecía. Una Carta en latín envia­da al Papa Pablo VI origino una comisión de cardenales y teólogos que analizara la integridad y claridad de la doctrina. En 1969 los obispos holandeses aceptaron la publicación de un suplemento para aclarar los puntos controvertidos, pero los redactores rechazaron cualquier intervención autoritaria sobre el texto. Ese incidente y controversia dio al catecismo cierta popularidad en las noti­cias de prensa y contribuyó a su mayor difusión, aunque el tiempo se encargaría de amortiguar su resonancia.
    La crítica le atribuyó por lo general valores positivos: claridad, flexibilidad, lenguaje agradable, referencias humanas de gran sensibilidad social y espiritual.
    Pero le reconoció también algunos ras­gos negativos, que fueron lo que sus autores se negaron a rectificar, tal vez por no entenderlos así, ante el "monitum" (aviso o recomendación) correctivo de la Congregación romana de la Doctrina cristiana: difusión discursiva en el tono, cierta ambigüedad en temas tradicionales (ángeles, virginidad de María, purgatorio), ausencia de referencias magisteriales siempre compatibles con las excelentes aportaciones bíblicas en que se basaba el texto.